El centro histórico es codiciado por la cercanía a museos, boutiques y hostelería selecta; Oltrarno y las colinas de Fiesole y Settignano ofrecen privacidad y vistas panorámicas. Muchos también buscan fincas restauradas en el entorno rural de la ciudad, con mucha parcela y privacidad. Familias internacionales, inversores y artistas animan un mercado donde conviven tradición y modernidad.
Florencia ofrece el equilibrio ideal entre una vida privilegiada y una inversión a futuro. Ciudadanos internacionales se sienten atraídos por su atmósfera artística, gastronomía y comunidad vibrante, mientras que su perfil arquitectónico –de palacios majestuosos a casas rurales históricas– mantiene su atractivo. Las adquisiciones suelen centrarse en propiedades que conservan elementos originales como frescos o vistas panorámicas. El proceso de compra sigue los rigurosos estándares italianos, con el respaldo notarial como garantía. Una gran parte de las viviendas premium se comercia fuera del mercado abierto, subrayando la discreción de Florencia.
Los regímenes de propiedad suelen ser sencillos y mayoritariamente en pleno dominio. Es clave realizar la debida diligencia, mejor con profesionales plurilingües, dada la complejidad normativa italiana. El proceso implica hacer una oferta, negociar el contrato, obtener el código fiscal y firmar ante notario. Existen hipotecas, aunque es habitual la financiación privada. Para no residentes, el asesoramiento profesional es recomendable.
El alquiler a corto plazo, especialmente en el centro, es atractivo para turistas y profesionales. En el campo prima el alquiler de larga estancia. Hay regulaciones para las estancias cortas, con requisitos registrales e impuestos locales. La demanda turística constante sostiene rendimientos atractivos, pero la gestión profesional y el cumplimiento son fundamentales para preservar rentabilidad y calidad.